Hoy el cielo estaba especialmente azul. Yo estaba especialmente triste. Y tu a mil jodidas millas de mi clavícula.
No tienes ni idea de lo que es imaginar cada pincelada en tu piel etílica, en cada ángulo agudo y en cada curva mortal.
Como cuando ríes, y la tierra deja de girar y hasta el sol se gira, solo para alumbrarme y que veas la cara de tonta que llevo. Por la magia de tus palabras. Por esos trucos que conocemos tu, yo y las sabanas.
Y que hoy el cielo estaba especialmente azul, y me he acordado de ti. Porque las nubes las llevo conmigo. Y tu eres el viento que las despeja.
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