jueves, 3 de enero de 2013

Trayectos que torturan.

Ocho de la tarde, es de noche y el cielo esta cubierto por unas nubes grises, como sus ojos. Un escalofrío me recorre la nuca. No solo por el frío al rozar mis yemas de los dedos con el cristal, sino por la nostalgia al recordar que antes eran sus susurros la causa de mis escalofríos y sus brazos los que me acogían con firmeza para calentarme. Ahora solo me queda un gran repertorio de canciones de Bon Iver y un asiento a mi vera ocupado por su recuerdo.
Mi único entretenimiento a lo largo del trayecto es dibujar caritas sonrientes en los cristales empañados. Ingenua yo, creyendo que eso me ayudara a esbozar una sonrisa creíble.

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